Dar es D A R

lunes, 16 de noviembre de 2009

(...) No sé por qué su padre estaba confundido. Lo estaba, yo ahora me acuerdo de él porque también estoy confundida. Y le entiendo un poco, o bastante. Porque imagina que se te rompe algo, el vaso, por ejemplo, ese que tiras sin querer, y la gente se limita a traer una trapo con agua y una escoba para los cristales. Pero imagina que no quieres el trapo. Querías ese vaso. Te importaba ese vaso. No entiendes que esté roto. Entonces te pones a recoger los cristales uno a uno. Y tratas de pegarlos. Aunque, claro, mientras haces eso se te ha olvidado secar el agua con el trapo. Y también se te ha olvidado la hora que es. Y, encima, hay veces que las cosas se rompen en siete trozos, , las puedes pegar. Pero a veces se rompen en cien o más. ¿Entonces qué haces? Pues lo que él hacía era intentar pegarlas de todas formas. No abandonaba, aunque en el suelo hubiera cuatrocientos trozos. Y al final, sin querer, acababa dejando tirada a mucha gente, porque él estaba con el vaso. Que no era un vaso: era una persona

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